Octavilla del Primero de Mayo, de la Juventud Comunista de Almería y la Juventud Comunista de Zamora
Seis millones de
parados, dos millones de familias sin ingresos, cientos de miles de
desahuciados y otros tantos que abandonan el país. Y todos quieren
más: El gobierno de turno seguir aplastando a los obreros que protestan; la
patronal abaratar más la fuerza de trabajo; los sindicatos oficiales que
marchemos en silencio por el camino de la paz social; y los oportunistas de
todo tipo que nos movilicemos bajo su bandera para forzar un nuevo circo
electoral en el que votar a quien más reformas benignas nos proponga.
El proceso político
que ha explotado con la crisis se caracteriza por un profundo
cambio en la correlación de fuerzas en el seno de las clases dominantes, tanto
en el Estado español como en Europa. El capital monopolista (el sector bancario
fusionado con la industria) se ha desentendido de su pacto histórico
con el sector acomodado de la clase asalariada, la aristocracia obrera (cuya
posición social sólo es entendible por el carácter imperialista de la economía
mundial en la que un grupo de naciones explotan a la mayoría de los pueblos del
Mundo), de tal forma que el paradigma sobre el que se sostuvo el llamado “Estado
del bienestar” ha quebrado.
Pero este marco
estratégico del que se dotó la clase dominante (en Europa tras la II GM, en
España con la transición) no se comprendería además sin la
existencia del movimiento obrero como sujeto político que puso en peligro el
poder del capital cuando logró constituirse como sujeto revolucionario mediante
la fusión de la consciencia revolucionaria y las masas trabajadoras en
la forma de los Partidos Comunistas; que llegaron a instaurar
el poder de la clase obrera en la URSS o en China, que junto a la Internacional
Comunista, se erigirían en referente de liberación para las masas oprimidas de
todo el Mundo. Referente frente al cual el imperialismo hubo de deslizar
ciertas concesiones sociales, en forma de derechos, a las clase
populares de sus países; es decir: las reformas de otro tiempo fueron
consecuencia secundaria de la puesta en marcha del Programa Revolucionario de
la clase obrera. Ahora este movimiento, con todas las estructuras y
organismos que generó, se encuentra en bancarrota, lo que ha dejado vía
expedita al gran capital para imponer su nuevo esquema
teórico, cultural, económico y político.
Así, en los últimos
años los gobiernos del PSOE y del PP, que representan a las dos grandes
facciones del capitalismo español, han implementado los llamados recortes, que
cierran la ofensiva del capital contra las migajas que la clase obrera le había
arrancado durante más de un siglo de lucha.
Lo
novedoso de esta crisis, es que la clase obrera asiste
desarmada, ideológica y políticamente, a la embestida del capital. Y las
respuestas que se sustancian como defensoras de nuestra clase no son más que
las viejas recetas reformistas que, en el mejor de los casos, están instaladas
en la utopía reaccionaria de dar marcha atrás para recuperar
los “derechos sociales” del Estado del bienestar: se reclaman
dimisiones en el gobierno, culpando a individuos para salvar instituciones. Se
pugna por el “proceso constituyente” para regenerar la dictadura capitalista al
modo republicano. Y se suscriben todo tipo de propuestas laborales, en las que
confluyen desde oportunistas parlamentarios hasta el anarcosindicalismo, que
aspiran a frenar al capital recuperando derechos laborales y sociales.
Y luchar por defender
el puesto de trabajo o por frenar los desalojos de viviendas es una labor que
la clase obrera debe realizar. Pero lo que nos demuestra la experiencia de la
lucha de clases es que sin la cadena de organismos sociales, constituidos en
un todo único organizado, el Partido Comunista,
que dotan a la clase obrera de la independencia ideológica y política necesaria
para participar en la lucha de clases como sujeto independiente, que rompen con
las lógicas económicas y políticas del capital abriendo la brecha para
instaurar el Poder revolucionario. Todas las luchas de resistencia están
abocadas a reformar el marco social establecido y, de una u otra forma, a ser
reconducidas dentro del mismo.
La clase obrera, por su posición
objetiva, es la clase capacitada para transformar radicalmente la realidad.
Pero para ellohemos de generar esos organismos políticos de nuevo tipo,
nucleados por una teoría de vanguardia que fusionada con la clase obrera se
constituye en Partido Comunista, y que es la representación del sujeto
político consciente, que no reclama reformas, sino que lucha por el
establecimiento del poder de nuevo tipo, del Poder Revolucionario que
acabe con la sangría que el capital nos impone y con las falsas ilusiones que
genera el reformismo.
“Salvo el Poder todo
es ilusión”, Mao Tse-Tung
¡CONTRA LA DICTADURA
DEL CAPITAL!
¡REVOLUCIÓN
SOCIALISTA!
Juventud Comunista de
Almería
Juventud Comunista de
Zamora
Primero de Mayo 2013
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