viernes, 2 de diciembre de 2011

La "enfermedad infantil" y el cretinismo parlamentario

(ADELANTO DEL PRÓXIMO NÚMERO DE "REVOLUCIÓN PROLETARIA")
Un discurso prefabricado

Ser un dirigente revisionista, en cuanto a trabajo ideológico, ha de ser sencillo. Debe ser similar a lo que hacen los curas. Basta con representar a Lenin como a un dios y al marxismo como una biblia para tener a la parroquia, léase militancia de base, ensimismada e impotente para la crítica. Las herejías políticas del joven obrero se atajan bajo la inquisitorial acusación de “izquierdismo”, convertido, hasta llegar al absurdo, en el único y principal pecado capital del movimiento comunista. Erradicada la capacidad ideológica  de los bienaventurados militantes, éstos ya se hayan dotados para difundir el revisionismo entre las masas y capacitados para recoger firmas, “agitar” en las elecciones o adentrarse en los sinfines del sindicalismo de salón, aunque tengan que sufrir primero las pegadas en la calle y las esperas en la puerta de una fábrica para repartir el panfleto reformista de turno.
Para cualquier marxista-leninista coherente es repugnante ver como amparándose en V.I. Lenin y en la Revolución Proletaria Mundial, oportunistas de todo pelaje ahondan en su cretinismo parlamentario y emponzoñan a la clase obrera y a algunos de sus elementos más válidos (la juventud que se interesa en la lucha y decide organizarse), con su ilusionismo pequeñoburgués. Porque ante el debate sobre participar o no en unas elecciones ¿quién no ha oído recitar de memoria alguna frase descontextualizada de “La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo”?
En este libro, el camarada Lenin exponía algunas cuestiones de orden táctico, una vez la vanguardia se haya en el proceso de conquistar a amplias capas de la clase proletaria. En este aspecto incidía en la necesidad de combinar, por parte del Partido Comunista, el trabajo legal con el ilegal, concretado ello en la posibilidad de participar en algunas instituciones burguesas (sólo para tribuna, al estilo de K. Liebknecht o los bolcheviques, y no para su gestión: eurocomunistas, bolivarianos, reformistas pintados de m-l…) y en la obligación que tiene la vanguardia revolucionaria de actuar, allí donde se encuentren las que determine que son sus masas, que en la Europa occidental de inicios del s.XX, era en los sindicatos[1], dado que se daban por resueltas las tareas de constitución de los  partidos obreros de nuevo tipo. Pero antes de esa exposición táctica, y durante el transcurso de la misma, Lenin enfatiza sobre el desarrollo y largo proceso de construcción ideológica y política que han sido necesarios para constituir el Partido bolchevique, el sujeto revolucionario, y sólo así, con la existencia de un Partido que fusione en un movimiento organizado a vanguardia y masas, se enfrenta a algunos de éstos problemas de índole táctica con respecto al Estado burgués. La táctica se somete a la estrategia. Cuando no existe Partido, la táctica se concentra en la estrategia de constituirlo.

En el sentido de la comprensión del sujeto revolucionario, del “núcleo sólido del partido revolucionario”, Lenin criticará a un sector, dentro del movimiento revolucionario, que denominará “izquierdista”[2]. El “izquierdismo” se caracteriza por su incomprensión de las tareas objetivas que en cada momento ha de resolver la vanguardia proletaria para su propio desarrollo político y acercamiento a las masas, concepto, el de masas, que varía conforme lo hace el propio estado de la vanguardia. El “izquierdismo” se desentiende de las mediaciones necesarias entre el proletariado como clase social y el Comunismo, esto es, se olvida o deforma, los organismos sociales y las configuraciones políticas que ha de desarrollar el proletariado revolucionario (Partido Comunista, Dictadura del Proletariado…) para hacer la revolución y transformar radicalmente la sociedad. El líder bolchevique desarrolla lucha ideológica, como hizo siempre, contra el “izquierdismo” para que sus mejores elementos retornen a la justa línea de la Revolución y para desenmascarar al confusionismo pequeñoburgués que tarde o temprano se pondrá junto al revisionismo y contra la revolución. En medio de esta polémica Lenin, diferenciando al reformismo socialdemócrata del “izquierdismo” que defiende el Poder Soviético, escribe:



Pero en el fuego de la lucha revolucionaria, los hombres que se dedican a conciliar lo inconciliable no serán más que pompas de jabón. Así lo mostraron todos los adalides “socialistas” de 1848, así lo mostraron sus hermanos carnales, los mencheviques y socialistas-revolucionarios de Rusia, en 1917-1919, así lo muestran todos los paladines de la II Internacional de Berna o amarilla. Las discrepancias entre los comunistas son de otro género. La diferencia radical sólo pueden dejar de verla quienes no deseen ver. Son discrepancias entre los representantes de un movimiento de masas que ha crecido con rapidez inusitada. Son discrepancias sobre una base fundamental común, firme como la roca: sobre la base del reconocimiento de la revolución proletaria, de la lucha contra las ilusiones democrático-burguesas y el parlamentarismo democrático-burgués, del reconocimiento de la dictadura del proletariado y del Poder de los Soviets.[3]

Un discurso que hay que combatir

De la cuestión parlamentaria, tal y como es comprendida por la amplia mayoría de nuestro movimiento, se desgajan dos problemas que están necesariamente unidos. Primero, que el revisionismo da por sentada la existencia del sujeto revolucionario y, segundo, que el revisionismo pretende que el sujeto revolucionario gestione el Estado capitalista. 
El discurso contra el “izquierdismo”, como ya hemos dicho, se sobresalta con cada cita electoral. Un epíteto, el de izquierdista, que igual que se usa contra los marxista-leninistas que llamamos al boicot de las elecciones, se utiliza contra organizaciones electoralistas de corte posmoderno como Izquierda Anticapitalista, con un programa keynesiano parejo al de IU y el PCE. Multitud de organizaciones comunistas llaman a la participación escudándose ante los elementos más avanzados de nuestra clase en viejas palabras pues temen analizar la verdad objetiva. Y ocurre que los revisionistas, el derechismo y el centrismo que supura nuestro movimiento,  se convierten en los principales solidarios con el “izquierdismo”. En la actualidad las tareas de la militancia comunista son de orden interno, en cuanto a que, lo que necesita el comunismo es reconstituirse como referente político para las masas obreras, siendo primordial su previa reconstitución como ideología de vanguardia. Sólo resolviendo éstos problemas, el proletariado organizado podrá ir directamente al derrocamiento del Estado imperialista y preguntarse, sobre la estrategia de tomar el Poder político, cual es la táctica adecuada y si puede o no aprovecharse de alguna institución para desarrollar la lucha revolucionaria.
Una táctica que deberá desarrollarse a través de los organismos que el Partido construya concéntricamente en torno a una línea revolucionaria, sobre unas bases ideológicas independientes del movimiento espontáneo de las masas, es decir, sobre el marxismo-leninismo. Contra esto el revisionismo, que se esconde bajo los símbolos de la clase obrera, da por finiquitada la construcción  del Partido Comunista (que no ve como una unidad dialéctica y objetiva entre la vanguardia y las masas) o la reduce a un proceso de unificación voluntarista entre los que ya se autodenominan comunistas, mandando al movimiento obrero espontáneo a enfrentarse con el Estado, no para destruirlo sino para reformarlo a base de programas “tácticos” o “estratégicos” de confrontación sindical/electoral. Y en éstas al no poder dotar al movimiento de programa revolucionario, por no haber abordado con sinceridad las tareas de construcción ideológica y política que corresponden a nuestro tiempo, las organizaciones revisionistas se presentan ante la clase sobre unas bases reformistas alimentadas por el devenir de las luchas espontáneas de la clase que para colmo ni encabeza  ni puede influenciar. Es decir, que bajo el discurso parlamentarista, más allá del programa que se envíe por correspondencia al electorado, lo que está es la incomprensión de las tareas actuales del movimiento revolucionario, reconstituirse como tal, que se desarrolla políticamente en una vulgarización de la Revolución Proletaria convertida en mera suma de reformas del capital y en una re-estatalización del orden burgués, es decir, se pasa de luchar por la dictadura revolucionaria del proletariado al Estado del bienestar con tintes “rojos”. Siendo generosos es como pasar de la URSS de Lenin a la del XX Congreso del PCUS y de la China de la Revolución Cultural Proletaria a la de Deng Xiao Ping.[4]
El revisionismo se contenta con la teorización fosilizada y la práctica reformista cuyo máximo exponente lo encontramos en el parlamentarismo, en el trabajo legal convertido en culto del institucionalismo y el posibilismo bajo el Estado burgués. Cuestión ésta para la que no es necesario estar integrado en el Estado, como ocurre con IU y el PCE/UJCE los mejores practicantes del parlamentarismo desde ayuntamientos, consejos de juventud y otros órganos burocráticos del Estado…, sino que éste se puede cultivar desde la teoría programática como ocurre con el resto de camaradas que siguen viendo en las elecciones una fuente de acumulación de fuerzas para la Revolución Socialista.
Para la clase obrera las elecciones burguesas tan solo muestran una actividad más a través de la cual la burguesía pretende alienar a los explotados. Solo la aristocracia obrera y sus representantes pueden obtener de la participación electoral una “acumulación de fuerzas” que sirva a sus intereses de clase. Las elecciones burguesas no sirven para acumular fuerzas con vistas a la Revolución. La participación en las elecciones, al no existir un referente revolucionario fuera de las instituciones solo sirve para ahondar en las ilusiones pequeñoburguesas de las masas obreras. Lo ejemplifica bien la nefasta consigna electoral del PCPE que con su “¡Todo para la clase obrera!” sólo está dando a entender a los obreros que con su delegación electoral pueden alcanzarlo “todo”, algo, bajo el punto de vista marxista, falso pues para alcanzarlo “todo” la clase obrera ha de destruir la máquina del Estado burgués y constituir uno sobre nuevas bases, las de la dictadura proletaria emanada de organismos ajenos al Estado burgués, es decir, surgidos del Nuevo Poder. Y para salvar esta oportunista consigna electoral, esperemos que no haya camaradas que se remitan a los bolcheviques y su ¡Todo el Poder a los Soviets! pues en el Estado español ni hay partido obrero de nuevo tipo, ni Soviets que actúen como Nuevo Poder. Aquí lo que hay, lo que demanda el momento político que atraviesa el proletariado no es ni desgastarse en el economicismo ni justificar el cretinismo parlamentario de las direcciones revisionistas, sino enfrentarse a la lucha por la reconstitución de la teoría marxista-leninista en aras de hacerla converger con las masas de la clase para constituir Partido Comunista.


[1]              En España, por ejemplo, cuando se constituye el P.C., la CNT y la UGT cuentan con varios centenares de miles de afiliados. Ambas organizaciones habían participado en la Huelga General de 1917 y otros sucesos revolucionarios. La condición inequívocamente proletaria de sus masas de afiliados era clara, a pesar de, por ejemplo, la dirección reformista de la UGT.  Hoy no hay partido de nuevo tipo. Las centrales mayoritarias de nuestro tiempo, CCOO y UGT, poco o nada tienen que ver con aquellos sindicatos. Los sindicatos modernos agrupan, en su mayoría, a una amplia gama de sectores de la aristocracia obrera, bien acomodada y sólo interesada en acaparar más poder bajo el régimen burgués.
[2]              Cuando Lenin escribe “La enfermedad infantil…” se está desarrollando todavía un grave enfrentamiento entre los comunistas, forjadores de la Comintern, y las organizaciones socialdemócratas, tanto las derechistas como las centristas. En ese contexto de combate con el revisionismo los bolcheviques entienden  que el “izquierdismo” es una enfermedad de crecimiento que se da en el seno de la Revolución frente a la decrepitud del revisionismo reformista, principal enemigo de la Revolución Socialista.

[3] V.I. Lenin, Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes”. Publicado en el nº 6 de “La Internacional Comunista” en octubre de 1919. Obras Completas, t. X, Progreso. Moscú 1973.

[4] No resulta extraño que quienes exponen ante la clase un programa reformista, sean los mismos que defienden a capa y espada el parlamentarismo, los mismos que conciben el Partido Comunista como la unificación formal de los diferentes destacamentos comunistas, los mismos que siguen admirando al revisionismo soviético de los Breznev, Kosygin, Podgorni y cía. Y los mismos  que ponen mil excusas para conciliar con el social-imperialismo chino. Y todos, por supuesto, son los primeros en gritar contra lo que denominan, en ausencia de análisis marxista, “izquierdismo” que para ellos es la línea política marxista-leninista que hace boicot a las elecciones o se preocupa por aplicar el marxismo al movimiento comunista, defendiendo principios básicos del marxismo como  la dictadura del proletariado y la violencia revolucionaria.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Algunas cuestiones sobre el Partido Comunista en el estado español

¿Existe un partido de vanguardia en el estado español en la actualidad?

La inexistencia de un partido de vanguardia en el estado español se muestra debido a que  ningún partido “comunista” del estado español, defiende los intereses objetivos, ni es reconocido por la clase obrera como el partido de referencia. ¿Por qué la clase obrera no reconoce a ningún partido “comunista”                                  actual dentro del estado español? ningún partido defiende los intereses objetivos de la clase obrera ¿Por qué? Por que los partidos actuales no actúan como partidos de vanguardia, sino que actúan de forma revisionista o, directamente, sus estatutos son revisionistas.
Analicemos por que ocurre esto:

Las raíces del reformismo son diversas

Raíces económicas


Como decía Lenin,
"…el ritmo de desarrollo del capitalismo no es el mismo en los diversos países y en las distintas ramas de la economía nacional. La clase obrera y sus ideólogos asimilan el marxismo de modo más fácil, rápido, completo y firme en las condiciones de máximo desarrollo de la gran industria. Las relaciones económicas atrasadas o las que se van rezagando en su desarrollo conducen siempre a la aparición de partidarios del movimiento obrero que han asimilado sólo algunos aspectos del marxismo, algunas partes aisladas de la nueva concepción del mundo o consignas y reivindicaciones aisladas, sin sentirse capaces de romper decididamente con todas las tradiciones de la concepción burguesa en general y de la democrático-burguesa en particular”.

Esta causa es importante en los países con un desarrollo capitalista muy limitado, pero la fase imperialista impone otro factor esencial. Nos referimos a cuando el capital soborna a la aristocracia obrera, a cambio de las prestaciones de ésta, tal y como dice Lenin: 

El monopolio da superganancias, es decir, un exceso de ganancias por encima de las ganancias normales ordinarias del capitalismo en todo el mundo. Los capitalistas pueden gastar una parte de estas superganancias para sobornar a sus obreros (…) sobre la indicada base económica, las instituciones políticas del capitalismo moderno –prensa, parlamento, sindicatos, congresos, etc.- han creado privilegios y gajes políticos correspondientes a los económicos, para los empleados y obreros respetuosos, reformistas y patrioteros”.

Este caso, es el más corriente en el Estado Español, y explicación del oportunismo de organizaciones pretendidamente de ‘’izquierdas’’.

Raíces Sociales

Junto al proletariado, existen extensas capas de pequeña burguesía, tales como campesinado y pequeños negocios; por la propia estructura del capitalismo imperialista, tendente al monopolio, estas capas inevitablemente, se ven expulsadas de su clase, hacía el proletariado, y éstas conservan la mentalidad pequeñoburguesa, por lo que las organizaciones obreras, se ven continuamente influenciadas por sus ideas, por lo que ha de gastar sistemáticamente, energías en corregir, estas derivas.

Raíces políticas

Las medidas políticas de los gobiernos, sobre todo de los social-liberales, (por ejemplo el PSOE) en ocasiones, admiten ciertas concesiones parciales al movimiento obrero, o tienen un lenguaje confuso que hace pensar tal cosa. Esto se debe normalmente a un movimiento obrero potente, y que el gobierno se ve obligado a desorientar confundir y escindir, de forma que parte de los obreros pierdan su estrategia de implantar su dictadura, a fin de acabar con las clases y se contenten y luchen simplemente por reformas parciales. Las épocas de “paz social” y suavización de la lucha de clases, son en las que más se da este caso de reformismo, como por ejemplo el periodo de después de la II guerra mundial, o el de desde 1871 a 1905 que es al que a continuación se refiere Lenin:

El oportunismo se ha ido incubando durante decenios por la especificidad de una época de desarrollo del capitalismo en que las condiciones de existencia relativamente civilizadas y pacíficas de una capa de obreros privilegiados los “aburguesaba”, les proporcionaba unas migajas de los beneficios conseguidos por sus capitales nacionales y los mantenía alejados de las privaciones, de los sufrimientos y del estado de ánimo revolucionario de las masas que eran lanzadas a la ruina y que vivían en la miseria… La fuerza de la costumbre, la rutina de una evolución relativamente “pacífica”, los prejuicios nacionales, el temor a virajes rápidos y la falta de fe en estos virajes, todo esto, como es de suponer, han sido circunstancias complementarias que han vigorizado el oportunismo…

El derechismo, ha ido afectando a la mayoría de los grandes Partido Comunistas del mundo, sobre todo, a partir de los años 50 siendo ya evidente en el XX congreso del PCUS, en ese momento, se desprenden de la vía armada como forma de tomar el poder del estado para la Clase Obrera, pasando a ser el parlamento, el principal frente de actuación y su estrategia para la toma del poder siempre dependía de este, este cambio radical hizo que la propia estructura y forma de actuación de los PC virasen drásticamente provocandose una serie de comportamientos ajenos al marxismo que se han ido desarrollando y evolucionando hasta la actualidad:

- “Movimiento por el Movimiento”, el cual provoca y desencadena otras actuaciones revisionistas ¿Cómo actúa el revisionismo del “MpM”? De forma totalmente metafísica, Perdiendo el carácter revolucionario, abandonando el marxismo, apoyándose en las instituciones burguesas como único pie para sostenerse, formando frentes de “izquierdas” que defienden el estado de bienestar, aunque incluso hablen de una especie de seudo socialismo, convirtiendo al partido en un “partido de masas”, intentando aglutinar a las masas, el objetivo no es el aumento del nivel ideológico de las masas, si no adaptarse al nivel ideológico de estas, no haciendo uso de tácticas acertadas para una organización revolucionaria, el uso de estrategias que terminan beneficiando a la burguesía, llegando a defender en la actualidad una república de carácter burgues… Esto es debido al cambio ideológico del marxismo a la socialdemocracia más rancia keynesianita. ¿Por qué se asumieron posturas socialdemócratas? Por un aumento en las filas del partido sin una vigilancia revolucionaria de los nuevos militantes, dejándo crecer y reproducirse las desviaciones hasta que estas poco o nada tenían que ver con el marxismo.

 -De este revisionismo, tan importante, surgen otros como el “reformismo economicista”. El RE utiliza la lucha económica para mejor la vida de la Clase Obrera, desde los movimientos pacifistas y el legalismo. Pero solo acepta la lucha económica, olvidando a la lucha política y siempre basándose en las instituciones burguesas, desde la “legalidad” de un estado represor. Sin darse cuenta de que si consigue algún derecho económico o civil es por que a la burguesía le interesa ceder derechos antes de que el movimiento obrero tenga más fuerza, y cuando el movimiento no tiene fuerza no pueden conseguir nada..

-Del “MpM” también surge la creación de “partidos de masas”. Un “PdM” varia su ideología para aumentar cuantitativamente su afiliación, para aumentar también su trabajo en las calles, y con ello aumentar la conciencia de las masas. Claro está es totalmente erróneo porque cuando aumenta sus filas sin restricciones y deja entrar a gente que no es consciente ni tiene un análisis marxista, el partido deja de analizar científicamente la situación y por tanto se aleja de las masas y no puede concienciarlas.

¿Cómo crear un partido de vanguardia en el estado español?

Para crear un partido de vanguardia en el estado español que lleve a la clase obrera al socialismo lo primero es la cohesión ideológica de los diferentes destacamentos leninistas en el estado español. Desarrollándola mediante procesos dialécticos, que contrasten las posiciones de dichos destacamentos.

¿Por qué es necesaria la cohesión ideológica antes que la unión alrededor de un partido con mayor numero de militantes leninistas en sus filas? Por que un partido de vanguardia no es un partido de masas donde acoger a “comunistas”. Para poder crear un partido de vanguardia es necesario que todos los que lo formen aspiren a ser leninistas, por ello es necesario que se cohesionen ideológicamente los destacamentos leninistas y cuando estén lo suficientemente formados y sean coherentes en la practica se forme el partido. De otro modo se convertiría en un partido de masas revisionista.

Cuando los diferentes destacamentos leninistas dentro del estado español estén cohesionados ideológicamente, táctica y estratégicamente y en la practica el siguiente paso será la unificación de todos los destacamentos en un partido.

El partido puede ser una organización creada en la unión de destacamentos o la integración de estos en una organización anteriormente creada, debemos de analizar cual será la mejor forma en el Estado Español y como avanzar hacia ella.

¿Cómo actúa un partido de vanguardia en la sociedad capitalista dentro del estado español?

El movimiento obrero, durante periodos relativamente cortos de tiempo, sufre el flujo (ascenso) o el reflujo (descenso)  de su fuerza. La táctica cambia con arreglo a los flujos y reflujos.

El plan estratégico permanecerá invariable, la táctica se podrá modificar cuantas veces sea necesario.

-La táctica actual del Partido debería ser una táctica ofensiva, pues se trata de un período de flujo; el movimiento va en ascenso, y la táctica debe partir de este hecho, por lo que serían tácticas a considerar, la abstención activa en las elecciones, la lucha por la Huelga General política…

-En el período de reflujo, el Partido se vera obligado a pasar a la táctica de repliegue, pues asistiremos a un descenso del movimiento revolucionario, a un reflujo de la revolución, y la táctica no podría por menos de tener en cuenta este hecho. En consonancia con ello, cambiaran tanto las formas de lucha como las de organización. En vez del boicot al parlamento, participación en el; en vez de acciones revolucionarias abiertas fuera de los parlamentos, acciones dentro del parlamento y labor en el; en vez de huelgas generales políticas, huelgas económicas parciales, o simplemente calma.

La estrategia consiste en determinar la dirección del golpe principal del proletariado, tomando por base la etapa dada de la revolución, en elaborar el correspondiente plan de disposición de las fuerzas revolucionarias (de las reservas principales y secundarias), en luchar por llevar a cabo este plan a todo lo largo de la etapa dada de la revolución.

Nuestro objetivo principal debe ser crear la revolución; derrocando al capitalismo. Nuestra fuerza fundamental deberá ser el proletariado, y la reserva inmediata; las masas semiproletarias. La dirección del golpe principal: 
aislar a la demócratas pequeñoburguesa (economicistas) que se esforzaba en atraerse a las masas trabajadoras. 


"El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose a la masa de los elementos semiproletarios de la población, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía 
La vanguardia proletaria deberá ser conquistada ideológicamente. Esto es lo principal. Sin ello es imposible dar ni siquiera el primer paso hacia el triunfo. Pero de esto al triunfo dista todavía bastante. Con sólo la vanguardia, es imposible triunfar. Lanzar sólo a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes masas no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta vanguardia, o al menos de neutralidad benévola con respecto a ella, que la incapacite por completo para defender al adversario, sería no sólo una estupidez, sino además un crimen. Y para que en realidad toda la clase, las grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar semejante posición, son insuficientes la propaganda y la agitación solas. Para ello es necesaria la propia experiencia política de estas masas."

De este modo, entramos de lleno en la cuestión de las relaciones entre el Partido y la clase. Lenin las define como relaciones de “confianza mutua” entre la vanguardia de la clase obrera y la masa obrera.

"El Partido debe estar muy atento a la voz de las masas, debe tener muy en cuenta el instinto revolucionario de las masas, debe estudiar la experiencia de la lucha de las masas, comprobando a través de ella si su política es acertada, y por tanto, no sólo debe enseñar a las masas, sino también aprender de ellas. 
El Partido debe conquistar, día tras día, la confianza de las masas proletarias, mediante su política y su labor, debe ganarse el apoyo de las masas, no debe ordenar, sino ante todo persuadir, ayudando a las masas a convencerse por propia experiencia de lo acertado de la política seguida por el Partido; que, por tanto, debe ser el dirigente, el jefe y el maestro de su clase.

Faltar a estas condiciones equivale a infringir las relaciones que deben existir entre la vanguardia y la clase, quebrantar la "confianza mutua" y destruir tanto la disciplina de clase como la de partido.
La confianza de la clase obrera en el Partido no se adquiere de golpe ni por medio de la violencia sobre la clase obrera, sino mediante una larga labor del Partido entre las masas, mediante una acertada política del Partido, por la capacidad del Partido para lograr que las masas se persuadan por propia experiencia de lo acertado de la política del Partido, por la capacidad del Partido para asegurarse el apoyo de la clase obrera y hacer que le sigan las masas de la clase obrera." (J. Stalin en "Fundamentos del Leninismo")

El revisionismo del siglo XXI y el Estado



El revisionismo como comprensión sesgada del materialismo dialéctico e histórico se tornó desde sus principios en caballo de Troya del capital en el interior del movimiento obrero. Sus limitaciones conceptuales derivadas estratégica y tácticamente en programas pequeñoburgueses y en una idealización del mundo burgués permitieron a la burguesía anidar en las esferas más altas del movimiento obrero haciéndose imperiosa la necesidad constante de combatir esa línea política de forma consciente mediante la lucha de dos líneas.
El movimiento comunista surgió poderoso en lucha contra el revisionismo de su época, abanderado en distintos momentos por figuras de la talla de Bernstein, de Plejánov o de Kautsky. El revisionismo, como la burguesía, se va adaptando al desarrollo del movimiento social, haciendo suyos en la formalidad los avances de la Revolución Proletaria para luego, en el contenido, desechar cualquier conquista de Poder por parte de las clases oprimidas. Del siglo XIX al XXI, las señas del revisionismo, su fraseología pomposa y su práctica burguesa, siguen esencialmente inalteradas. Paradigma de tal circunstancia son los cantos de sirena que desde hace una década llevan emitiendo diversos sectores de la burguesía internacional bajo la consigna del “socialismo del siglo XXI” y la “democracia participativa”.
La línea teórica del revisionismo del siglo XXI no es nada nueva. Los ideólogos de la pequeña burguesía americana pretenden alcanzar el socialismo desde la gestión del aparato estatal burgués. A través del Estado, relegado a mero aparato abstracto gestor de la sociedad, se pretenden desarrollar las políticas económicas y sociales que “acaben con el capital” e impongan el “socialismo”. Esto es, por supuesto, demagogia barata.  Porque el revisionismo del siglo XXI carece entre otras cosas de la visión marxista del Poder y del Estado. Mediante las reformas no se llega al Socialismo y el Estado burgués no puede ser gestionado por el proletariado para alcanzar sus intereses de clase, salvo que lo haga como aristocracia obrera. Esa visión errónea, esa contemplación del Estado como un ente social capacitado para servir a cualquier clase era defendida por Ferdinand Lasalle allá por mediados del s. XIX. Lasalle promulgaba un socialismo bonapartista, encaminado a encumbrar a la clase obrera al Poder Estatal existente y desde ahí imponer el socialismo. La diferencia está en que Lasalle desarrolló su teoría en los tiempos previos a la Comuna de París, la cual demostró la invalidez de dichos postulados, permitiendo sentar las bases del primer ciclo de la Revolución Proletaria Mundial y en el proceso de constitución del proletariado como clase revolucionaria o para sí.
El socialismo no se realiza por decreto, como intentan hacernos creer los revisionistas de todo pelaje, incluidos los “maoístas” de Nepal donde recientemente el gobierno “comunista”, el mismo que liquidó la Guerra Popular y desarmó a los obreros y campesinos pactando la reestructuración del Estado burgués, decretó que “adoptaría el socialismo como modelo económico”. El socialismo se realiza mediante un proceso de transformación social en que el proletariado destruye la máquina estatal burguesa a la par que construye el Nuevo Poder, el poder de dictadura revolucionaria del proletariado, liquidando las relaciones de producción capitalista. El Estado deja de ser un conjunto de instrumentos alejados del cuerpo productivo de la sociedad, un entramado de relaciones sociales en donde fructifican los intereses de las clases dominantes, para ser, sin más ambages, el proletariado revolucionario en armas. Solo a través de ese proceso, que ha de dirigir y desarrollar el Partido Comunista, la clase obrera se halla en condiciones de convertirse en clase dominante y de ir socializando los medios de producción durante el socialismo como paso necesario para extinguir la división social del trabajo, hacer superfluo al Estado como instrumento impositivo y alcanzar el Comunismo.
   Es a través del Estado proletario, del Estado-Comuna, como se conquista el socialismo. Se podrá argumentar que en Venezuela se desarrollan “Comunas” o Asambleas populares donde se convierte en terrenal la “democracia participativa”. Lo cierto es que esas Asambleas no tienen nada de Nuevo Poder. Son solo una ramificación del viejo aparato estatal burgués. Significan una descentralización de ese poder, una delegación administrativa que se implementa desde  las mismas estructuras creadas por la burguesía para acomodar al viejo Estado en las nuevas necesidades de la burguesía venezolana, dispuesta a carear al imperialismo europeo y norteamericano enfrentándose para ello con los antiguos gestores del Estado venezolano.
Estas Asambleas que forman parte del entramado del Estado capitalista son como ocurre con las Milicias Populares Bolivarianas, una base de apoyo de la burguesía nacional venezolana. Pues, como las asambleas barriales, las milicias populares lejos de representar al proletariado revolucionario independizado política y organizativamente son órganos al servicio del Ejército, la columna vertebral de todo Estado. Son un anexo, una rama del tronco militar burgués de Venezuela. Cabe señalar en todo esto, además, que las Asambleas están basadas en los organismos paraestatales creados en India por los socialfascistas del PCI “marxista”, el cual aniquila a los  militantes revolucionarios a través de sus organizaciones paramilitares y gestiona el Estado indio junto a la burguesía monopolista de dicho país. Y es que el PSUV ha encontrado en el revisionismo indio el espejo ante el cual mirarse. Algo nada sorprendente. El Estado venezolano ahora se dedica a extraditar a demócratas colombianos y a capturar a militantes del MLNV. Bolivia extradita a dirigentes comunistas peruanos y encarcela a internacionalistas. En su tiempo, la socialdemocracia alemana utilizó a los freikorps, antesala de las Secciones de Asalto fascistas, para que en 1919 ejecutasen a los espartaquistas y aplastasen a la República Soviética de Baviera.
Esto poco tiene que ver con los Consejos de obreros, campesinos y soldados que se forjaron en Rusia, pues éstos como organismos edificadores de la dictadura del proletariado, del socialismo, eran órganos de Nuevo Poder enfrentados al viejo Estado burgués, desde febrero de 1917 representado en una República democrática y parlamentaria, en donde el menchevismo luchaba por incorporar a los Soviets en la gestión del Estado burgués, esto es, la “democracia participativa del siglo XXI” aplicada ya a inicios del s. XX por la contrarrevolución rusa. 
Otra cuestión que debe analizarse es la economía. El revisionismo, con su línea reformista del Estado burgués, ha inyectado en nuestro movimiento y entre la clase trabajadora la idea de propiedad estatal = propiedad de todos. Se observa la estatalización de medios de producción como un paso al Socialismo llegando a justificar estas patrañas pequeñoburguesas con la NEP Soviética. La NEP fue un proceso de estatalización y desarrollo de fuerzas productivas en la URSS, vigilada en todo momento por la dictadura revolucionaria del proletariado. El capitalismo de Estado era dirigido por el proletariado armado en torno al marxismo. Los bolcheviques construían el Nuevo Estado, constituido por las organizaciones proletarias, y solo desde éste se podía contemplar una etapa económica en que se mantenían las antiguas relaciones entre capital y trabajo[1].
Por su parte en la Venezuela bolivariana lo que acontece son nacionalizaciones de sectores estratégicos por parte del Estado burgués. Ni cambian las relaciones de producción, ni los procesos en los que la propiedad jurídica de las empresas pasa a manos del Estado son dirigidos por la clase proletaria. Estas nacionalizaciones se encuadran en lo que adelantábamos, en el curso de la lucha de la burguesía nacional venezolana por hacerse un espacio en el mercado internacional despojándose del yugo económico y político de otras potencias imperialistas que hasta poseían el capital industrial y financiero en Venezuela. En el Estado español durante la década de los 20 el gobierno corporativista  y protofascista de Primo de Rivera impulsó la estatalización de diversos sectores para centralizar el poder económico de la burguesía española que se hallaba subrogada a los imperialistas británicos y franceses, dueños de gran parte del capital de las empresas españolas. Estas nacionalizaciones se correspondían con las aspiraciones comerciales y políticas  de la burguesía del Estado español, enfrentadas a la emancipación del trabajo no muy a pesar de los socialdemócratas españoles de aquel tiempo, los colaboracionistas de la UGT y del PS.
Esto nos recuerda la actuación del Partido Comunista de Venezuela. La aparente distancia que mantiene el PCV con el proceso bolivariano no proviene de una defensa intransigente de los principios de clase del proletariado sino de los maniqueos propios de la política burguesa. Su no asimilación por parte de la socialdemocracia del PSUV es solo formal. El PCV a pesar de argumentar que se prepara para cualquier forma de lucha y que trabaja para llegar al socialismo, lo que realmente hace es seguidismo del movimiento bolivariano, conciliando siempre los intereses de la clase obrera con los del movimiento burgués en el cual se haya inserto, como muestra su participación “coordinada” en las elecciones y las instituciones del Estado venezolano y su propaganda por un “amplio frente nacional, patriótico y anti-imperialista”. Situación que se compagina o que más bien es producto de la visión tradeunionista del P.C. que tiene el PCV, llevando así al proletariado y a las masas oprimidas de Venezuela a estar desprovistas de sus organizaciones revolucionarias de clase y a ser, a pesar de toda la parafernalia “socialista” que envuelve al Estado venezolano, una clase subordinada a las clases dominantes y cuya tarea principal pasa por dotarse de Partido Comunista recuperando la ideología como arma de combate para poder acometer posteriormente la batalla general contra el Estado burgués mediante la praxis revolucionaria, verdadera y única práctica que puede generar una transformación real de la sociedad capitalista.
Por todo esto las tareas del proletariado en Venezuela son en esencia las mismas que las del proletariado del Estado español. La lucha contra el revisionismo se haya entre las tareas de primer orden, si bien allí el revisionismo es hoy día política de Estado, algo que en parte dificulta las tareas de los revolucionarios pero que por otra muestra a las claras cuáles son la política del revisionismo y sus limitaciones. Aquí los “bolivarianos” se repiten pretendiendo guiar al proletariado a través de “democracias participativas”, “socialismos adjetivados” y “etapas intermedias” que se conquistarán desde la colaboración entre clases. Ello aleja a la clase proletaria de sus intereses que pasan por reorganizarse como sujeto político para luchar por el Socialismo, que es y solo puede ser, Dictadura Revolucionaria del Proletariado.


[1] Para un mejor análisis de esto recomendamos la lectura de Lenin en “Acerca del infantilismo “izquierdista” y del espíritu pequeñoburgués” así como un análisis clasista de ese periodo político en la URSS expuesto en “Stalin. Del marxismo al revisionismo” del Colectivo Fénix.