El KKE, uno de los Partidos Comunistas, con más
forofos; hace relativamente poco, en
mayo y junio, sufrió dos batacazos electorales que le situaron con un apoyo inferior al de los nazis
de Amanecer Dorado. Esta situación que pilló de imprevisto a los hooligans del KKE
en nuestro país, y a sus militantes en Grecia sirvió para que mucha gente se
plantease lo correcto o no de las tácticas llevada por esta organización, en su
trabajo diario o al presentarse a las elecciones (si no, principio estratégico
como parece demostrar dicho partido, al presentarse sistemáticamente a los
distintos comicios electorales). Lo cierto es que dicha organización ha perdido
en torno a la mitad de sus electores, mientras que en la calle sus
cortejos no solo no descendían de número, si no incluso aumentaron, llevándose
a cabo decenas de Huelgas Generales, en las cuales se presentaban como
vanguardia al poder organizarlas y dirigirlas, en buena parte, los cuadros de esta
organización, con su referente sindical, el PAME. Todo esto indica que el KKE
solo es referente en las luchas por las reformas en general y en la lucha
económica en particular, se han profesionalizado en estas luchas,
convirtiéndolas en sistemáticas, pero esto no se ha visto reflejado en un
aumento de votos, por que una nueva organización reformista emergió con fuerza
y con posibilidades de convertirse en el vencedor del circo electoral, Syriza,
desbancando al KKE como tradicional partido reformista radical.
Aun cuando en sus escritos no dejan
de fijar su objetivo en el socialismo; el KKE, no ha conseguido que dicho
objetivo sea compartido por cada vez más obreros, por muchas Huelgas Generales
en las que se encabecen como sector
radical. En efecto, el sindicalismo solo
genera conciencia en sí en el proletariado; es capaz de mostrar que si se
consigue coordinar a la clase, ésta puede arrancar alguna que otra dádiva al
sistema, aunque esta sea fácil de perder cuando no le interese al capital, tal
y como estamos viendo con el salario diferido en forma de educación o sanidad.
No obstante este pulso es fácilmente soportable por el capitalismo, pues por si
mismo no entraña ninguna contradicción de fondo. Mientras se sostiene el pulso
que discute cuanto es legitimo robar al obrero, la contradicción solo es
cuantitativa, de forma (de cuanto se permite explotar) y no de fondo.
La clave para avanzar
cualitativamente en este dilema, hasta alzarlo a algo no asumible por la
burguesía y que suponga su destrucción como clase, es la conciencia para si en el
proletariado, que la clase comprenda que su lugar en la historia no es la de
mantener eternas batallas de corto alcance por vender la fuerza de trabajo centavo arriba, centavo abajo, comparado con la situación anterior; si no desterrar
al vertedero de la historia un régimen social, político y económico: el
capitalismo, el cual es antagónico con el desarrollo de los medios de
producción y de la propia sociedad. Esta conciencia, verdaderamente de clase
solo se puede obtener mediante la praxis revolucionaria, es decir, la fusión de
la teoría y la práctica revolucionaria, la disputa directa del poder entre una
clase y otra guiado por los principios del Socialismo Científico. Para alcanzar
esta fase, la clase obrera debe de ser consciente de su papel en la historia,
para lo cual de poco sirve la lucha cotidiana y gris sindicalista. Solo podrá
ser consciente experimentando en sus propias carnes lo que supone la lucha
contra la dictadura burguesa para implementar su propia dictadura, la del
proletariado.
Para alcanzar tal nivel de
conciencia que permita a la clase lanzarse a la toma del poder, nuestros comunistas del KKE
proponen lo que se lleva intentando hasta la saciedad en el MCI, siempre
obteniéndose resultados nulos: la acumulación de fuerzas por medio del
sindicalismo y la participación en los entramados electorales, lo cual tiene
mucho que ver con la estrategia insurrecionalista, hegemónica en nuestro
movimiento (sobre la cual profundizamos más en nuestro artículo “Sindicalismo e insurrecionalismo”). Dicha estrategia tiene, como resultado habitual, la
disminución del nivel de conciencia de los comunistas hasta el de las masas,
para de esta forma no sentirse apartados de ellas, llegando a estar por debajo
de muchas, como tristemente se vio cuando el KKE denominaba provocadores
fascistas a quienes comenzaban a atacar al estado (aunque dichos ataques fuesen
completamente de carácter espontáneos), en vez de saber canalizar y organizar dicha violencia,
elevándola en violencia revolucionaria.
REVOLUCIÓN
PROLETARIA. Septiembre 2012
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