miércoles, 26 de septiembre de 2012

EDITORIAL: KKE, la bancarrota del sindicalismo


El KKE, uno de los Partidos Comunistas, con más forofos; hace relativamente poco,  en mayo y junio, sufrió dos batacazos electorales que le situaron con un apoyo inferior al de los nazis de Amanecer Dorado. Esta situación que pilló de imprevisto a los hooligans del KKE en nuestro país, y a sus militantes en Grecia sirvió para que mucha gente se plantease lo correcto o no de las tácticas llevada por esta organización, en su trabajo diario o al presentarse a las elecciones (si no, principio estratégico como parece demostrar dicho partido, al presentarse sistemáticamente a los distintos comicios electorales). Lo cierto es que dicha organización ha perdido en torno a la mitad de sus electores, mientras que en la calle sus cortejos no solo no descendían de número, si no incluso aumentaron, llevándose a cabo decenas de Huelgas Generales, en las cuales se presentaban como vanguardia al poder organizarlas y dirigirlas, en buena parte, los cuadros de esta organización, con su referente sindical, el PAME. Todo esto indica que el KKE solo es referente en las luchas por las reformas en general y en la lucha económica en particular, se han profesionalizado en estas luchas, convirtiéndolas en sistemáticas, pero esto no se ha visto reflejado en un aumento de votos, por que una nueva organización reformista emergió con fuerza y con posibilidades de convertirse en el vencedor del circo electoral, Syriza, desbancando al KKE como tradicional partido reformista radical.
            Aun cuando en sus escritos no dejan de fijar su objetivo en el socialismo; el KKE, no ha conseguido que dicho objetivo sea compartido por cada vez más obreros, por muchas Huelgas Generales en las que se encabecen como sector radical. En efecto, el sindicalismo solo genera conciencia en sí en el proletariado; es capaz de mostrar que si se consigue coordinar a la clase, ésta puede arrancar alguna que otra dádiva al sistema, aunque esta sea fácil de perder cuando no le interese al capital, tal y como estamos viendo con el salario diferido en forma de educación o sanidad. No obstante este pulso es fácilmente soportable por el capitalismo, pues por si mismo no entraña ninguna contradicción de fondo. Mientras se sostiene el pulso que discute cuanto es legitimo robar al obrero, la contradicción solo es cuantitativa, de forma (de cuanto se permite explotar) y no de fondo.
            La clave para avanzar cualitativamente en este dilema, hasta alzarlo a algo no asumible por la burguesía y que suponga su destrucción como clase, es la conciencia para si en el proletariado, que la clase comprenda que su lugar en la historia no es la de mantener eternas batallas de corto alcance por vender la fuerza de trabajo centavo arriba, centavo abajo, comparado con la situación anterior; si no desterrar al vertedero de la historia un régimen social, político y económico: el capitalismo, el cual es antagónico con el desarrollo de los medios de producción y de la propia sociedad. Esta conciencia, verdaderamente de clase solo se puede obtener mediante la praxis revolucionaria, es decir, la fusión de la teoría y la práctica revolucionaria, la disputa directa del poder entre una clase y otra guiado por los principios del Socialismo Científico. Para alcanzar esta fase, la clase obrera debe de ser consciente de su papel en la historia, para lo cual de poco sirve la lucha cotidiana y gris sindicalista. Solo podrá ser consciente experimentando en sus propias carnes lo que supone la lucha contra la dictadura burguesa para implementar su propia dictadura, la del proletariado.
            Para alcanzar tal nivel de conciencia que permita a la clase lanzarse a la toma del poder, nuestros comunistas del KKE proponen lo que se lleva intentando hasta la saciedad en el MCI, siempre obteniéndose resultados nulos: la acumulación de fuerzas por medio del sindicalismo y la participación en los entramados electorales, lo cual tiene mucho que ver con la estrategia insurrecionalista, hegemónica en nuestro movimiento (sobre la cual profundizamos más en nuestro artículo “Sindicalismo e insurrecionalismo”). Dicha estrategia tiene, como resultado habitual, la disminución del nivel de conciencia de los comunistas hasta el de las masas, para de esta forma no sentirse apartados de ellas, llegando a estar por debajo de muchas, como tristemente se vio cuando el KKE denominaba provocadores fascistas a quienes comenzaban a atacar al estado (aunque dichos ataques fuesen completamente de carácter espontáneos), en vez de  saber canalizar y organizar dicha violencia, elevándola en   violencia revolucionaria.
REVOLUCIÓN PROLETARIA. Septiembre 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario