A continuación publicamos "El discreto encanto de la burguesía" un trabajo de los camaradas de "Nueva Dirección Revolucionaria", destacamento que pugna por la reconstitución del comunismo y que surge como resultado del desarrollo de la lucha de dos líneas dentro del "Frente Revolucionario Marxista-Leninista". Este trabajo, que los camaradas plantean a modo de presentación, sirve para esclarecer tanto las posiciones políticas que defiende hoy la dirección del FRML como para conocer la propia posición de NDR en torno a las algunas de las cuestiones fundamentales de la Línea General de la Revolución Proletaria.
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NUEVA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA, AGOSTO 2014
El discreto encanto de la burguesía
En torno a la
escisión del Frente Revolucionario Marxista-Leninista
Es verdad que las fuerzas
productivas, la práctica y la base económica desempeñan por regla general el
papel principal y decisivo; quien niegue esto no es materialista. Pero hay que
admitir también que, bajo ciertas condiciones, las relaciones de producción, la
teoría y la superestructura desempeñan, a su vez, el papel principal y
decisivo.
Mao Tse-Tung
Es imprescindible una polémica
franca ante todos los socialdemócratas rusos y ante todos los obreros
conscientes, para esclarecer a fondo las divergencias existentes, para discutir
los problemas en litigio en todos sus aspectos.
Lenin

De este
modo podría resumirse la breve vida del Frente
Revolucionario Marxista-Leninista (FRML), organización de la que formamos
parte hasta hace unos meses cuando, tanto el colectivo de Madrid como el de
Almería, nos cercioramos de que no había otro camino revolucionario más que el
de la escisión. Pero antes de
comenzar a diseccionar y exponer los motivos que nos llevaron a tomar la
decisión de apostar por el cisma, comencemos relatando analépticamente -como si
de un relato cinematográfico se tratara- los orígenes de esta organización del
Movimiento Comunista. Con este comunicado, que a su vez nos sirve como carta de presentación a los distintos
destacamentos que componen la vanguardia teórica en el Estado español,
pretendemos contribuir al desarrollo de la lucha de dos líneas en el seno de la
misma que permita deslindar campos de manera resuelta con el revisionismo y
comenzar dando pequeños pasos que coadyuven a la reconstitución ideológica del
comunismo, esto es, a la recolocación del marxismo-leninismo como teoría de
vanguardia como paso previo a la reconstitución del Partido Comunista que
propiciará el inicio de un nuevo ciclo revolucionario, poniendo las bases que
nos permitan forjar esa sociedad de nuevo tipo que es el comunismo.
LA ORGANIZACIÓN
El FRML
nació hace poco más de un año con unos objetivos ya harto confusos. Con cierta
conciencia del momento de debacle por el que transita el comunismo en la
situación actual -inundado de un “mar de siglas” de organizaciones que se
autodenominaban como “el Partido”- y de que la Revolución Proletaria estaba, y
está, lejos de ser algo palpable, un buen número de jóvenes comunistas de todo
el Estado, muy bisoños en la concepción del mundo marxista en su gran mayoría,
se juntaron y se pusieron manos a la obra para organizar lo que pasaría a
denominarse Frente Revolucionario Marxista Leninista.
Durante
prácticamente ese año, el FRML otorgó mayor importancia a lo cuantitativo, es
decir, a la entrada y búsqueda de elementos con cierto interés en el comunismo
que engrosaran las filas de dicha organización, frente a lo cualitativo, la
línea ideológica y la forja de cuadros.
En el apartado de formación colectiva, en cuanto a clásicos marxistas en general, apenas un puñado de simples textos
que pueden contarse con los dedos de una mano fueron debatidos; y en el caso de
textos que abordasen la Línea de Reconstitución en particular, meramente, bajo
la guía del camarada más instruido en el marxismo en ese momento, nos
dispusimos a la lectura-debate de las Tesis
de Reconstitución elaboradas por el Comité Central del PCR en abril de
1996. De esta manera, dicho miembro comenzó a difundir la necesidad de llevar a
cabo la empresa de reconstituir ideológica y políticamente el comunismo, no
solo internamente sino también a nivel externo, a través de otros medios (redes
sociales fundamentalmente) que permitieron que un buen número de personas se
empezara a interesar por la necesidad de la reconstitución,
“sui géneris”, sin entrar realmente a abrazar la Línea de Reconstitución como
tal, y de facto entrando en confrontación con ella. Ahí quedó este asunto. Se
suscitó la idea de “reconstitución” pero no la forma de llevarla a cabo bajo un
plan, y al mismo tiempo se denigraba al PCR -y a otras organizaciones de lo que
podemos denominar polo reconstitucionista-
con el calificativo de “monasterio rojo”. Mientras tanto, continuaba la entrada
indiscriminada de militantes de dispares líneas ideológicas a los que no se
sabía muy bien hacia dónde guiar y de los que se descuidaba su trabajo, dando
vía libre al desarrollo de concepciones revisionistas en el seno de la
organización.
Esta
cuestión nos trae a la memoria, dentro de las lógicas y claras diferencias, la
polémica fundamental en el seno del II Congreso del POSDR, en torno al artículo
1 de los Estatutos sobre la forma de organización y la consideración de
militantes, que cristalizó en la división entre la “mayoría” (bolcheviques) y
la “minoría” (mencheviques). La fracción iskrista seguidora de los postulados
de Martov tenía una concepción masista
del partido, que abría las puertas a cualquier persona que se denominara
comunista, con lo que se daba entrada en sus filas a todo tipo de elementos
oportunistas y vacilantes. El comunista húngaro Georg Lukács sintetizaría dicha
concepción de la siguiente manera:
“Dicho partido [la fracción
menchevique] se transforma él mismo en una masa poco clara de grupos cuyos
intereses difieren, en última instancia, entre sí” (1)
Si bien
entendemos que dicha cuestión, en la tesitura actual en la que se encuentra la
vanguardia no es en absoluto crucial, sí que es preciso atenderla en la medida
en que el FRML basaba casi por completo su trabajo en el mencionado modelo
martoviano. Así pues, pese a la distancia histórica y las notables diferencias
entre ambos ejemplos, el problema que subyace es en esencia el mismo: la
creación de un modelo de organización ecléctico y conformista para con sus
militantes, consecuencia al fin y al cabo de la supeditación del aspecto
ideológico al organizativo, basado en la prioridad de la unidad frente a la lucha, en la mera fijación en el aumento
cuantitativo, asunto en torno al cual gravitaba en gran medida la actividad de
la organización, como hemos apuntado.
No
obstante, queremos dejar claro, de modo que no lleve a confusión, que en
absoluto proponemos que solo se deban aceptar como “válidos” a camaradas que
posean ya un elevado grado de formación, despreciando al resto, como si acaso
no considerásemos la potencialidad de transformación de cada sujeto, abrazando
así el materialismo vulgar. Lo que en cambio sí estimamos es que atraer por
atraer -como si esto fuera un frente
político de masas, valga la redundancia
con la denominación de la propia organización- cuando una vez dentro de la
organización ciertos elementos -no pocos- no tenían intención alguna por
desarrollar su formación, es absurdo y no haría más que retrasar nuestras
tareas. Es sencillo comprender el porqué de nuestro rechazo a tener que cargar
con piedras en la mochila que no
supondrían más que rémoras en el camino hacia la consecución de las tareas que
requiere el momento en el que nos encontramos. Este tipo de políticas masistas
e inconscientes riñen con la concepción dialéctica materialista del mundo: la
transformación del estado material actual provendrá del cambio cualitativo y
consciente de las cosas (la formación de cuadros y la lucha de dos líneas,
priorizando la lucha frente a la unidad
en el proceso general de unidad-lucha-unidad, en lugar de la simple captación
de masas, que solo fija su mirada en uno de los aspectos de la contradicción).
Como parte de la vanguardia teórica y siendo nuestra función la reconstitución
ideológico-política del comunismo, la adopción de esta concepción cualitativista es primordial para
ejercer las tareas de reconstitución, y fundamental el abandono de toda
política masista y cuantitativista.
Debido al
rechazo por parte del susodicho camarada -y nos referimos a él en particular
puesto que era el único que por aquel entonces había leído los documentos
fundamentales de la línea revolucionaria
- al plan que supone la Línea de Reconstitución, comprendido esencialmente en
la Nueva Orientación, para la necesaria constitución del proletariado
revolucionario, se pretendió elaborar un Plan propio para solucionar la línea
espontaneísta dominante en la organización. Dicho plan, del que más adelante
volveremos a hablar, se basaba a grandes rasgos en la realización en unos pocos
meses del Balance del Ciclo de Octubre. Hoy día suponemos que el objetivo del
mismo sería el de la elaboración de la Línea
General, esto es, la línea más abstracta de la Revolución Proletaria
Mundial, de las leyes del movimiento revolucionario. Y decimos “hoy día” puesto
que, como decíamos, en esos momentos prácticamente solo el camarada en cuestión
conocía el contenido de la Nueva Orientación y otros documentos de la Línea de
Reconstitución.
Mediante
este Plan, el mencionado camarada llegaba a considerar que el FRML abandonaría
así la anterior táctica-proceso (2) a la que se había sometido a la
organización durante tanto tiempo -en cierta medida, lógico-. Por supuesto,
esto sería combinado con un “trabajo práctico” basado en el aumento cuantitativo
de la organización, el trabajo en asambleas y el reparto de panfletos dirigidos
a ningún sector concreto de la vanguardia ni de las masas, sino a “todos en
general”. La línea sindical de masas de la organización la abordaremos más
adelante.
Dicho
camarada nos llegaría a decir, cuando varios camaradas presentamos nuestra
disconformidad, que:
“La formación debe estar orientada
hacia alguna meta, pero a esa meta no se llega solo con formación teórica, es
por ello por lo que vemos necesario compaginar el estudio teórico, con el PGT
[Plan General de Trabajo] y con el trabajo práctico. ¡Oh, Dios, cuánto trabajo,
no acabaremos nunca! será la respuesta de más de uno.” (3)
Lo que
vendría después de dicho PGT - que por cierto no tardó demasiado en comprobarse
sus nefastos resultados, debido a la escasa formación de muchos colectivos
provinciales para dicha tarea - no estaba planeado. Se iría “comprobando con la
práctica”, yendo a la zaga de las circunstancias, dando nula capacidad de
actuación al elemento consciente, y apostando en última instancia por el positivista “ensayo-error” más propio
de Popper que de Marx (no olvidemos, por cierto, el punto
de partida racionalista de éste), considerando de facto que solo podríamos adquirir conciencia de las cosas más
que por medio de lo que experimentamos, del hecho mismo ya dado, negando la
capacidad racional de abstraernos de la realidad, analizándola desde un plano
más elevado:
¿De qué
manuales íbamos a extraer las claves organizativas cuando intentamos hacer algo
nuevo? [Esta concepción se arrastraba no solo en la cuestión organizativa]
De
ninguno, le pese a quien le pese, debemos pasar la "amarga"
experiencia de errar mucho para acertar. (4)
El
empirismo del que se hace gala en el terreno teórico no tiene otra plasmación
posible en la práctica que la de la postración ante el movimiento espontáneo,
actuando como mera retaguardia suya y el economicismo.
Solamente se concibe a las masas en su aspecto cuantitativo y dentro de su
movimiento económico, al que hay que intentar liderar y no en su aspecto
cualitativo y revolucionable. Esta concepción obrerista se niega a abstraerse de la reducida esfera sindicalista,
que no alcanza más que a la autoconservación y reproducción de su posición de
clase dominada, y a ahondar en la totalidad de la faceta política de la clase,
precisamente en donde se despliega el conjunto de intereses más profundos del
proletariado. Se acaba con toda
posibilidad de elaborar un plan consciente y de revolucionar las
contradicciones internas de la clase desde la misma conciencia. Se olvida que
nuestro movimiento debe partir siempre de ella, que debe ponerse la ideología al frente del proceso y no relegarla
veladamente a un segundo plano. Por esto mismo es por lo que el momento
actual requiere unas tareas de carácter principalmente
teórico de las que nuestros antiguos camaradas no eran plenamente
conscientes. Cabe decir además que aquella
concepción tacticista y holista, de pretender
realizar todas las tareas a la vez, nos recuerda bastante al modelo planteado
por la Línea oportunista de derecha del PCR - y como iremos viendo las
similitudes entre ambos colectivos son curiosamente más que evidentes -. De
esta manera, la LOD del PCR señalaba:
“Preparemos la fusión con el
movimiento obrero en sus más variadas manifestaciones, a la vez que proseguimos
las tareas teóricas: estudio de las clásicos, balance de la experiencia
histórica, aprendizaje de las ciencias, especulación filosófica, etc.” (5)
Esto se
basa en la falta de conciencia de la necesidad de un plan estratégico y lo que
éste implica. Es ahí donde vemos nosotros la tarea fundamental de la Nueva
Orientación, a la que no consideramos como pretenden hacer ver nuestros
antiguos camaradas como “la nueva Piedra Rosetta del socialismo científico” (6)
ni ningún Corán o Biblia a la que rendimos fundamentalista adoración y
pleitesía, sino, como el mismo PCR consideraba, una “guía para la acción”, un
plan político en torno a las exigencias objetivas de la lucha de clase del
proletariado y un método que contiene, en base al tan requerido “análisis
concreto de la situación concreta” leninista que con tanto ahínco repetían
nuestros antiguos camaradas, las premisas necesarias para establecer las bases
ideológicas y políticas que nos permitan volver a recomponer el Partido
Comunista y la subsiguiente Guerra Popular que dé inicio a la guerra de clases
abierta contra la burguesía, agudizando hasta su máximo exponente el
antagonismo entre clases, con cada una de las fases necesarias para la
consumación de dicho proyecto revolucionario, significando cada una de ellas un
salto cualitativo respecto a la anterior. Actualmente vivimos en un periodo de
absoluto repliegue revolucionario, de impasse
ideológico y de raquitismo político. La teoría revolucionaria ha sido
completamente liquidada por el revisionismo fruto del desgaste sufrido durante
el pasado Ciclo que abrió la Revolución de Octubre. Aplicando el materialismo
dialéctico, sabemos que las contradicciones externas actúan sobre la base de
las internas, y que son las internas la causa fundamental del desarrollo de las
cosas: entendemos, por tanto, que fueron fundamentalmente las deficiencias
teórico-prácticas del propio marxismo las que acabaron liquidándolo y abriendo
la puerta al estado actual de descomposición del MCI y dominio omnímodo del
capital. La teoría que para entonces sirvió para poner en marcha la Revolución
Proletaria Mundial, ya no es suficiente; fue el propio anquilosamiento de la
misma lo que nos ha traído hasta la funesta derrota de la Revolución Proletaria.
Verlo de otro modo es pretender transformar lo dialéctico en inerte, es cerrar
los ojos ante una realidad histórica de victoria y absoluto dominio de la
burguesía respecto al ya viejo paradigma forjado durante el pasado ciclo, es el
vencimiento y la claudicación inconscientes frente a la clase dominante, es
preferir mantener esa ceguera romántica y dogmática en oposición a la
aplicación del marxismo al propio marxismo, y no hay mayor crimen para el que
se dice comunista que pretender seguir encadenando al proletariado a los
grilletes a los que se encuentra sometido. Ante dicha realidad, y partiendo del
dictum leniniano “sin teoría revolucionaria no puede haber
tampoco movimiento revolucionario”, se impone ante los comunistas la tarea
de la recomposición ideológica del comunismo desde la lucha de dos líneas en
torno al Balance del Ciclo de Octubre y la Línea General, y la fagocitación
ideológica del resto de alternativas que tienen hegemonizado el movimiento
obrero, como paso previo e indispensable a la reconstitución política.
LÍNEA SINDICAL DE MASAS
Uno de los
problemas acuciantes en el FRML, como creemos que era ostensible para el resto
de la vanguardia, era la falta de una línea ideológica definida y de
posicionamiento respecto a la Línea de Reconstitución. El modelo organizativo y
político de la organización, que subordinaba lo ideológico y consciente a lo
espontáneo y “práctico”, trajo consigo, como señalamos, un continuo ingreso de
militantes de diversas líneas ideológicas, descuidándose casi por completo el
trabajo teórico, lo que ocasionó que se fueran conformando colectivos provinciales en todo el Estado con dispares líneas entre
ellos -incluso en el seno de los mismos- . Luego no era de extrañar que los
militantes que decidían abandonar la organización comenzaran cada uno de ellos
a militar en distintas organizaciones revisionistas del Movimiento Comunista
del Estado español (MCEe), reflejo de la mencionada heterogeneidad de líneas
ideológicas no enmendadas. Ejemplo de ello es que tenemos antiguos camaradas
que pasaron a formar parte concretamente del PCE, PCPE, RC, IC o Kimetz, entre
otras.
De este
modo, mientras unos colectivos seguían con el susodicho “trabajo de masas” como
lo principal, relegando la formación a un aspecto secundario, otros dedicamos
más tiempo a la instrucción y al estudio de la Línea de Reconstitución
(especialmente a la Nueva Orientación). Los tres colectivos provinciales que
nos dedicamos a centrarnos en la citada línea fuimos: Madrid, Almería y Sevilla. Tras una breve disputa
ideológica respecto a la Nueva Orientación en particular, y al FRML en general,
entre el ya varias veces mencionado camarada - que tenía hegemonizada a gran
parte de la organización - y los representantes de esos tres colectivos, el colectivo de Sevilla decidió escindirse
por completo. No obstante, los colectivos de Madrid y Almería, junto a
algunos camaradas de Bilbao - que a decir verdad se unieron más por la cuestión
organizativa que por la ideológica -, nos dispusimos a ejercer la lucha de dos
líneas con la otra camarilla de la organización, con la propuesta de un cambio
de base en el FRML. De facto
conformamos una fracción.
Coincidiendo
con la celebración de las Marchas de la
Dignidad del 22 de Marzo, aprovechamos para presentar nuestro plan de transformación
radical, es decir, desde la raíz, del FRML. Con aquel, a grandes rasgos, se
pretendía la construcción de cuadros
principalmente en base a textos de organizaciones del polo reconstitucionista y clásicos
marxistas, supeditando a su vez lo organizativo en función de la definición
precisa de la línea ideológica. No obstante, la repulsa del citado camarada y
sus adláteres a la misma, centrándose el primero más en ataques de índole personal que en la propia propuesta, provocó,
poco más tarde, que el intento de unidad ideológica, en cuanto a la Línea de
Reconstitución, se resolviera en su contrario, la escisión. No nos vamos a centrar, como haría alguno de
nuestros antiguos camaradas, en
cuestiones de carácter personal. Respecto a eso, solo añadiremos las siguientes
palabras de Mao:
La crítica dentro del Partido es un
arma para fortalecer sus organizaciones y aumentar su capacidad de combate.
Pero (…) la crítica a veces adquiere otro carácter: se convierte en ataque
personal. A consecuencia de ello, son perjudicados tanto los individuos como la
organización del Partido. Esta es una manifestación de individualismo pequeñoburgués. El método de rectificación es ayudar
a los miembros del Partido a comprender que la crítica tiene por objeto
aumentar la capacidad de combate del Partido a fin de lograr la victoria en la
lucha de clases, y que no debe ser utilizada como instrumento para ataques
personales. [7]
Tras
cierto tiempo de controversia entre los colectivos escindidos, y la negativa de
los camaradas de Bilbao participantes en la citada propuesta a abandonar el
FRML, los destacamentos de Madrid y de Almería hemos decidido organizarnos
partiendo de la unidad ideológica respecto a la Reconstitución, pasando a
denominarnos Nueva Dirección
Revolucionaria.
Respecto
al FRML, es preciso señalar que la no definición de una línea ideológica
concreta no quiere decir que no se tuviera línea. Si bien nuestra antigua
organización trataba de despegarse del practicismo dominante en el Movimiento
Comunista, el pavor a caer en el
intelectualismo, al “aislamiento” de las “masas”, hizo que se acabase
inclinando hacia lo primero.
De la
escisión entre el trabajo manual e intelectual no podemos dejar ápice en pie,
nuestra lucha debe ser en contra del asentamiento de esta división, en contra
de su profundización y en contra de aquellos que justifican dicha división. De
vez en cuando hay que mandar a los intelectuales al campo y a los campesinos a
la universidad. [FRML] [8]
De este
modo, se llegó a proponer que las tareas para la “formación práctica”, y así no
deslindarse del no adecuado trabajo asambleario hasta entonces realizado, era
la de “Ganar una asamblea”:
Es habitual el trabajo en asambleas,
por su carácter abierto en temática y participantes suelen ser un terreno de trabajo
sencillo. Esencialmente debemos conseguir ganarnos a una asamblea teniendo en
cuenta que:
- Debemos conocer el origen social de los
miembros mayoritarios, edad, estudios, actividad actual, inclinaciones
políticas, etc...
- Debemos saber ajustar el discurso
de forma que sea asequible a la mayoría y al mismo tiempo eleve el nivel de la
mayoría, debemos mantener una relación apropiada entre elevación y
popularización.
- Debemos tener la capacidad de
comunicarnos con la asamblea, tener una forma clara de hablar y convincente.
Debemos también ligar el convencer con el hacer ver. (9)
Es cuanto
menos interesante comprobar cómo la camarilla reaccionaria del FRML adolecía de prácticamente las mismas
desviaciones derechistas de la LOD del PCR:
[FRML] Le
pese a quien le pese, la política no se aprende en los libros ni en las
conferencias, se aprende en los bares, en las discusiones, en la calle, en las
manifestaciones... no se puede saber cómo tratar a las masas, como comunicarse
con ellas si uno se separa de su actividad diaria y la desconoce, si uno no ha
hablado con ellas lo suficiente como para conocerlas mejor que a uno mismo.
(10)
[PCR a su LOD] “Para el oportunismo
de derecha, conservador y mentecato se trata de “emprender la transformación
práctica de las relaciones familiares, ganando apoyos y militantes para la
causa”.
(…) Lo que durante un tiempo se
manifestó como una exageración en la consideración del papel de las relaciones
personales y del entorno más inmediato (comunitarización), se ha presentado,
por fin, abiertamente y sin máscara, mostrando lo que realmente ocultaba: una
rectificación total de la línea política que el partido ha ido desarrollando
desde su fundación, la liquidación de esta línea y la apostasía más
desvergonzada de los resultados del trabajo realizado, hasta abominar del
marxismo leninismo. (…) Bajo la apariencia de la defensa de la tesis marxista
de la práctica como criterio de verdad, los liquidadores introducen, en
realidad, la tesis revisionista de las masas como criterio de verdad” (11)
No deja de
ser curioso cómo la historia se vuelve a repetir, comprobando que las analogías
entre ambas organizaciones son más que evidentes, no ofreciendo nada nuevo en
esencia más que la farsa, reafirmando
el conocido aforismo de Marx, y de ahí nuestra insistencia en la comparación.
Asimismo, la fracción derechista incurría en muchos de los errores del PCR en sus Tesis de Reconstitución, como el
propio partido afirma, subsanados con la Nueva Orientación. No por nada se nos
decía, cuando algunos planteábamos el estudio de la Nueva Orientación, que “con
las Tesis es suficiente”. El FRML, pese a que comprendía la necesidad de
conquistar la vanguardia ideológica para el comunismo, no establecía los
métodos para ello, con sus políticas ‘masistas’, y tampoco era capaz de
discernir la importancia de su imprescindible reconstitución “desde arriba” y
desde la ideología, desdeñando la necesaria delimitación de sectores concretos
a los que dirigirnos de manera
concéntrica y los instrumentos necesarios para la fagocitación de los
mismos. La Nueva Orientación nos
permite comprender las necesarias mediaciones dialécticas que hay que
establecer para ir avanzando hacia la reconstitución del Partido Comunista -
teniendo en cuenta que éste es en sí mismo un conjunto de mediaciones -. De
esta manera, antes de pasar a la conquista de la vanguardia práctica (sectores
más avanzados en las luchas de resistencia contra el capital), es imperioso
ganarse para la vanguardia a los sectores más cercanos a las problemáticas que
plantea la inexcusable reconstitución ideológica del comunismo, aplicando una línea de masas concreta a cada círculo de
la vanguardia teórica,
subsumiendo y revolucionando paulatinamente cada uno de ellos, a cada cual más
amplio, en torno a la Línea de Reconstitución, desde la lucha de dos líneas, y
poder así volver a reubicar el marxismo-leninismo como teoría revolucionaria de
vanguardia del proletariado. Resueltas las premisas ideológicas y políticas
necesarias, y traducida la Línea General
en Línea Política, esto es, la
integración de la “verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica
concreta de la revolución” (12) de nuestro país, como diría Mao, pasaremos a la
pugna por los sectores del proletariado más avanzados en sus luchas
espontáneas, y la cristalización de dicha LP en un Programa revolucionario que, en función de las reivindicaciones
concretas de las masas, se oriente al ejercicio de su dictadura de clase. Dicha
conquista se realiza a través de organismos
generados en los frentes de masas que posibilitan la transformación de la
conciencia burguesa (en sí) de la vanguardia práctica en revolucionaria (para sí), escindiéndose del resto del
reaccionario movimiento obrero y fundiéndose con la vanguardia teórica, ya
portadora de la cosmovisión proletaria, en un todo superior e indisoluble.
Tomando
como ejemplo la experiencia del Partido Comunista del Perú (PCP), su proceso de
Reconstitución comenzó a mediados de la década de los 60 a través de un agudo
proceso de lucha de dos líneas en el
seno del partido: ora contra los prosoviéticos liderados por Jorge del Prado
primero, ora contra la línea derechista de la fracción tengshiaopinista Patria
Roja, el liquidacionismo de derecha de la camarilla de Saturnino Paredes o el
oportunismo de izquierdas del “grupo bolchevique”, después. Conquistada la
vanguardia por la línea proletaria, el PCP comienza a estrechar profundos lazos
con la vanguardia práctica, esencialmente a partir del III Pleno del Comité
Central en 1973, creando organismos
generados (Movimiento Femenino Popular, Frente Estudiantil Revolucionario o
el Movimiento de Campesinos Pobres, entre otros), Escuelas populares, donde politizaban a las masas y revolucionaban
su conciencia, y la Coordinación
metropolitana en las ciudades. (13)
Cabe añadir
solo que el propio Lenin en El
izquierdismo: enfermedad infantil en el comunismo, fabulosa síntesis de la estrategia y táctica
bolchevique, nos recuerda que no es posible ganarse a las masas sin haber
conquistado ideológicamente antes a la vanguardia para el comunismo:
“La vanguardia proletaria está conquistada ideológicamente. Esto es
lo principal. Sin ello es imposible dar
ni siquiera el primer paso hacia el triunfo. Pero de esto al triunfo dista
todavía bastante. Con sólo la vanguardia, es imposible triunfar.
Lanzar sólo a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando
las grandes masas no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta
vanguardia, o al menos de neutralidad benévola con respecto a ella, que la
incapacite por completo para defender al adversario, sería no sólo una
estupidez, sino además un crimen. Y para que en realidad toda la clase, las
grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a
ocupar semejante posición, son insuficientes la propaganda y la agitación
solas. Para ello es necesaria la propia
experiencia política de estas masas.” (14)
Efectivamente,
analizando la experiencia bolchevique y extrayendo sus elementos universales,
para la constitución del Partido de Nuevo Tipo fue primero necesaria una
perseverante e inclemente lucha ideológica contra todas las corrientes
burguesas, en sus distintas y sucesivas modalidades, ya sea el populismo, el
marxismo legal, el economicismo o el menchevismo, lo que les permitió deslindar
campos con el revisionismo y poder así estrechar lazos con las masas durante la
Revolución rusa de 1905. De semejante manera, aunque cualitativamente superior,
fue el proceso de reconstitución del POSDR (b), que podemos acotar entre 1908 y
1914. Así, tras el declive de la Primera Revolución (1906-07), culminada con el
golpe de Estado del sanguinario Primer Ministro Stolypin que disuelve la II
Duma -en la que participaron los bolcheviques-, surgieron una serie de
corrientes oportunistas, ya sea de izquierdas (oztovismo y ultimatismo), de
derechas (liquidacionismo menchevique) o conciliadoras (trotskistas o
mencheviques partidistas), contra las que los bolcheviques leninistas tuvieron
que desatar una tenaz lucha de dos líneas, cristalizando en la VI Conferencia del
(aún) POSDR en Praga. Es entonces cuando se consuma la ruptura orgánica con el
resto de fracciones, deslindándose Lenin definitivamente de las viejas
ilusiones de “unidad”, y supone el paso a la conquista de los sectores de la
clase más avanzados en el proceso de reconstitución política del bolchevismo
(1912-14).
TEORÍA Y PRÁCTICA
“La premisa fundamental del
materialismo dialéctico que la materia es lo principal y la conciencia lo
secundario, es decir, que la conformación
de las ideas parte de la materia y no la materia se conforma en base a
las ideas de nuestra cabeza”. (15)
Formidable.
Es fantástico cómo nuestros antiguos camaradas de un plumazo reducen la
dialéctica materialista al burdo materialismo burgués. Leemos atónitos cómo
para nuestra camarilla derechista “la premisa fundamental del materialismo
dialéctico” es que “la materia es lo principal y la conciencia lo secundario”.
¡Abajo el marxismo, retomemos a Feuerbach! parecen exclamar. La fuente de dicha
concepción se encuentra en una burda lectura de obras cumbres de autores como
Lenin o Engels, que se refiere a la confrontación entre materialismo -no
dialéctico- e idealismo. (16)
Bien ha de
decirse que esta concepción errada del materialismo dialéctico que tienen
nuestros camaradas, presente en la mayoría del MCI, no es algo de extrañar, teniendo en cuenta
que la mayoría de controversias que realizaron las grandes figuras del marxismo
no tuvieron más remedio, pues esas eran las circunstancias históricas que se
dieron, que efectuarse desde posiciones más propias del radicalismo burgués que
del marxismo, es decir, desde el materialismo vulgar (que se reduce a
considerar la conciencia como un mero “reflejo de la materia”) para combatir a
la corriente idealista, lo que llevó a la consolidación de un paradigma
positivista durante el pasado ciclo revolucionario.
Lo que no
conciben nuestros feuerbachianos es que la esencia del materialismo dialéctico
es concebir la propia materialidad como algo subjetivo, y la misma conciencia
como una forma de materia (17). Es decir, que la conciencia y el ser forman
parte de una misma unidad dialéctica y que se determinan mutuamente. La no
comprensión de la conciencia como aspecto subjetivo de la práctica nos llevaría
a una concepción burguesa del saber como algo separado de la práctica, y no en
unidad orgánica. A pesar de la insistencia de nuestros antiguos camaradas en no
escindir la teoría de la práctica, partiendo como a ellos les gusta decir de
que “lo que importa son los hechos”, el FRML de facto realizaba un completo divorcio de teoría y práctica, es
decir, no concebía la teoría como una síntesis de la práctica social histórica
de la lucha de clases, y la práctica conscientemente planificada en cuanto a
las actuales necesidades de la teoría. Como hemos ido viendo, nosotros
planteamos las tareas prácticas actuales, durante la reconstitución ideológica,
en cuanto a las necesidades de construcción de la vanguardia; y estableciendo
los vínculos con la vanguardia práctica a través de organismos generados
principalmente, en la fase de reconstitución política. Todo ello concibiendo a
su vez estas categorías como dialécticas, en su inmersión en la realidad actual
de la clase y de su lucha y no como si de conceptos vacíos y aislados del mundo
se tratara, es decir, que no existe una división absoluta entre los elementos u
organizaciones que forman parte bien de la vanguardia teórica o bien de la
vanguardia práctica, sino que, en realidad, una buena parte de aquellos son una
y la misma cosa. Del mismo modo, siguiendo con la ligazón de teoría y práctica
de acuerdo a la fase del proceso revolucionario en el que nos encontremos, una
vez dotados de Partido de Nuevo Tipo, e iniciada de inmediato la Guerra
Popular, todo el trabajo de masas se realiza en y para la Guerra Popular hacia
la conquista del Poder, militarizando el Partido Comunista con la construcción
concéntrica de los tres instrumentos de la revolución (Partido, Ejército y
Frente-Nuevo Poder).
La
incomprensión de las ineludibles tareas actuales que se nos imponen a la vanguardia
llevó a nuestros antiguos camaradas a rechazar la escisión en términos
prácticos del movimiento obrero espontáneo, por
miedo a no caer en el teoricismo:
“La concepción estrictamente
escalonada lleva, a fin de cuentas, por mucho que se “admita” la necesidad de
la práctica (que en ocasiones llega al ridículo de presentarse práctica como
lectura de libro, cuestión que no se escapa de la “práctica teórica” en
términos althusserianos), a la escisión entre teoría y práctica mediante una
comprensión errada de la teoría leninista de la escisión-fusión respecto al
movimiento espontáneo-sindical (en el sentido de ausencia de una cosmovisión
superior y no en términos organizativos).
El proceso leninista de
“escisión-fusión” no comprende la escisión como separación del movimiento
no-consciente de las masas, sino como ruptura de las premisas
ideológico-políticas de dicho movimiento para alcanzar un análisis superior de
las condiciones de liberación de la humanidad y en primer lugar del
proletariado en tanto clase social históricamente conformada para dicha tarea.
La idea de ruptura con el movimiento en términos prácticos lleva al
aislamiento, a la ineptitud política y a la imposibilidad futura de toda
pretendida fusión con el movimiento para su elevación y asimilación de la
teoría revolucionaria en los términos necesarios para la dirección de un
proceso evolucionario.
(…) Deberíamos tener especialmente
cuidado en no caer en trampas teoricistas de perpetuación indeterminada del
estudio teórico, por incapacidad de trascender ese aspecto y por comodidad.”
(18)
Cabe decir
que los marxistas revolucionarios somos totalmente reacios al teoricismo, ni
pretendemos ejercer ninguna “práctica teórica” o científica althusseriana (19).
Es decir, mientras ésta concibe la práctica en relación externa con la
comprensión del mundo, los comunistas rechazamos toda epistemologización del
marxismo, es decir, cualquier comprensión del mismo que priorice el
conocimiento a la transformación, que no conciba el conocimiento como instrumento para revolucionar el mundo, que
signifique la disociación, dualización, del aspecto gnoseológico del marxismo
con el ontológico. No consideramos, como pudieran pensar nuestros antiguos
camaradas, que la revolución se vaya a producir en “los dominios del pensamiento
puro”, como diría Marx burlándose de los jovenhegelianos
alemanes, llamando a la rebelión “contra la tiranía de los pensamientos” (20).
La teoría no se va a desarrollar en el mero campo intrateórico, y es por ello
que la vinculamos siempre a una línea de
masas concreta. No obstante, nuestros antiguos camaradas nos replican:
Aquello
que solemos denominar "línea de masas" no puede ser un ejercicio
teórico, sino que necesariamente debe
ser derivado de la realidad material del movimiento en sus diferentes aspectos.
(21)
Lo que la
vieja camarilla del FRML no concibe, aludiendo además a la maoísta “de las masas a las masas” para
defenderse de las acusaciones practicistas, es que el propio concepto de masas
no es algo perpetuo, inmutable, sino dialéctico, que va cambiando de acuerdo a
las circunstancias. El propio Lenin, en el III Congreso de la Komintern, nos
recuerda que:
“Llevo hablando demasiado tiempo;
por eso, sólo quisiera decir unas palabras sobre el concepto de ‘masas’. El
concepto de ‘masas’ varía según cambie el carácter de la lucha. Al comienzo de
la lucha bastaban varios miles de obreros revolucionarios para que se pudiese
hablar de masas (….). Durante nuestras revoluciones hubo casos en que unos
cuantos miles de obreros representaban la masa (…). Cuando la revolución está
ya suficientemente preparada, el concepto de “masas” es otro; unos cuantos
miles de obreros no constituyen la masa (…). En determinados momentos, no hay
necesidad de grandes organizaciones.” (22)
En dicho
Congreso la Internacional Comunista asociaba la noción de masa con la mayoría
de la clase obrera, y en un momento de necesaria conquista de las amplias masas
para el comunismo, adoptaron la conocida táctica del Frente Único. Ésta a
grandes rasgos, sin entrar en las consecuencias que tuvo, consistía en
incorporar a la lucha de clases “a una masa de obreros cada vez mayor” yendo al
lugar donde se aglutinaban (que en ese momento eran los sindicatos) sin
rechazar la acción conjunta con los reformistas, aunque con el objetivo de que
la clase obrera se diera cuenta, a través de su propia experiencia, de la
necesidad de la dictadura del proletariado.
No
obstante, en el actual periodo de reflujo revolucionario, careciendo el
proletariado de independencia ideológica y política como clase, incapaces de
influir en el movimiento obrero y huérfanos de teoría revolucionaria, las masas
no pueden ser las mismas que entonces. Por ello nuestra línea de masas se
dirige esencialmente a la vanguardia teórica, con el fin de volver a colocar al
marxismo-leninismo en su posición de ideología hegemónica como corriente del
movimiento obrero a través de la lucha de dos líneas, recomponer la vanguardia,
y poder así estrechar lazos con aquellos sectores más
avanzados del proletariado espontáneo. ¿Existe acaso algo más práctico en la actualidad?
Sin
embargo, volviendo a la cuestión de la vinculación del ser y la conciencia en
el marxismo, somos conscientes de que estamos en un momento prepartidario
(burgués), de cierta necesidad de comprensión y racionalización de la realidad.
Como decía Marx, “lo primero que hay que
hacer es comprender ésta [la realidad] en
su contradicción y luego revolucionarla prácticamente eliminando la
contradicción” (23). Al estar incapacitados aún de desplegar la praxis revolucionaria que transforme el
mundo, pues carecemos de Partido de Nuevo Tipo que la desarrolle, no podemos
actualmente más que desenvolvernos en el terreno de la crítica revolucionaria (crítica marxista de la realidad, consciente
de la necesidad de la praxis revolucionaria y dirigida hacia ella), lo que
supone cierta desvinculación del ser y la conciencia; si bien podemos y debemos
revolucionar un reducido grupo de conciencias, aún no podemos transformar la
realidad en sí misma, para lo cual es necesaria la constitución del proletariado revolucionario. Una vez
dotados de una auténtica crítica revolucionaria, esto es, teoría de vanguardia
en términos leninianos, podemos pasar a la fusión con el movimiento obrero, con
el ser social, que significa la recuperación de la vieja praxis y su transformación en una nueva, cualitativamente superior
(praxis revolucionaria). Dicha
fusión se materializa en el proletariado revolucionario, es decir, en el Partido Comunista, esa “forma superior de unión clasista de los
proletarios” que diría Lenin, esa cadena de eslabones que enlazan la vanguardia
y los sectores más conscientes del movimiento obrero, fundidos en un todo único
y superior, organizados en torno a la ideología revolucionaria.
UNA “NUEVA” AMENAZA
Como
apuntábamos al principio con los paralelismos cinematográficos, en el FRML se
materializó la pugna entre la vieja línea caduca, en completa bancarrota, que
aún se resistía a ser abandonada, y la nueva, la que apuesta por desatarse de
manera resuelta del pragmatismo dominante en el movimiento comunista, la que
parte del elemento consciente, de la ideología proletaria, que comprende que
nos hallamos actualmente ante unas problemáticas que deben ser resueltas
principalmente desde la teoría, a partir de todo ese bagaje histórico que nos
ha legado el pasado siglo de revoluciones proletarias; que entiende que
construimos desde la vanguardia, y no desde abajo, no desde los intereses
inmediatos y estrechos de las masas hondas; que es consciente de que el quid, como decía Stalin -tomando como
fuente a Marx y a Engels- se basa en que “los
ideólogos impulsan adelante, y precisamente por ello la idea, la conciencia
socialista, tiene gran importancia para el movimiento” (24).
El FRML,
vacilando entre la línea revisionista y la revolucionaria que defiende la Línea
de Reconstitución, ha abrazado de este modo el centrismo, que rehúye y
teme romper de manera clara con la ideología reaccionaria, tratando de eludir
la cuestión acerca de la Nueva Orientación, arguyendo el insuficiente debate interno y estudio sobre la misma, perdiéndose en los detalles y evitando ir a
la raíz del problema, aplazando la
clarificación ideológica para “más adelante”. Hemos de aclarar que esta
posición tiene su base social en la pequeña burguesía, esa clase inestable que
trata de alinearse con una u otra clase (la proletaria o la burguesa), de
acuerdo a las circunstancias por las que atraviesa, ya sea, por ejemplo, en
época de “bonanza” económica o de crisis de la burguesía. Del mismo modo,
nuestros antiguos camaradas se tambalean con astucia de un lado a otro entre
las posiciones revolucionarias y las reaccionarias, pues bien saben que un
posicionamiento franco respecto a la cuestión de las tareas actuales de los
comunistas, esto es, las encuadradas en documentos como la Nueva Orientación,
les acarrearía una polémica que, seguramente, no les colocaría en buen lugar
respecto a los marxistas revolucionarios, los que defienden la Línea de
Reconstitución, es decir, los que, cuanto menos, se acercan más a la línea verdaderamente
revolucionaria. Así pues, la vieja
camarilla del FRML, no dejando por supuesto de apelar al marxismo-leninismo,
rechaza el debate abierto y directo acerca de las cuestiones fundamentales que
se han puesto encima de la mesa desde los últimos años, las de la
reconstitución ideológico-política del comunismo, por lo que su aparente lucha
contra el oportunismo queda vacía de contenido, resguardándose en los meros
detalles y no en el contenido fundamental. Con esta posición centrista el FRML
lo que consigue no es más que, desvirtualizando el contenido de la Línea de
Reconstitución, acercar a un buen número de elementos interesados en la
necesidad de la reconstitución a una concepción errada de la misma y poner
cierto freno a la actual avanzadilla -relativa- por la que está pasando la
misma, la cual, cabe mencionar, está obligando a ciertas organizaciones
revisionistas del MCEe a tenerla en cuenta, e incluso como hemos podido
comprobar hace no demasiado tiempo, a utilizar sus propios conceptos, claro está
adulterándolos, como hace, por ejemplo, la organización Reconstrucción
Comunista (25).
Nada debe
extrañarnos a los comunistas esta actitud. Podemos recordar, por ejemplo, las
burlas de Lenin hacia el kautskismo centrista al afirmar el adalid del mismo
que la cuestión del imperialismo “no ha sido suficientemente estudiada”,
centrándose en pormenores, esquivando el posicionamiento ideológico y político,
adhiriéndose así -aunque de manera sutil- al socialchovinismo que hegemonizó la
II Internacional. Acertadamente le respondía el líder bolchevique que renunciar
a defender la verdadera postura internacionalista, cuando los fundamentos de
ésta habían sido ya expuestos en “millones de ejemplares de periódicos”, y
teniendo en cuenta además que el estudio del imperialismo en todos sus aspectos
no estaba más que comenzado y que nunca sería estudiado “hasta el fin en todas
las manifestaciones”, era postrarse ante los reaccionarios. (26)
El
centrismo ha estado presente durante los albores del pasado ciclo. Podemos recordar
también, por otro ejemplo, el posicionamiento del siempre vacilante Trotsky en
el seno del II Congreso del POSDR, cuando adoptó una actitud de “centro”
respecto a la cuestión de la dictadura del proletariado, que, por cierto, le
sirvió para ir poniendo las bases de lo que a partir de 1905 sería la tan
famosa como errada y voluntarista “teoría de la revolución permanente”.
No hace
falta que retrocedamos hasta principios del siglo pasado para ver las
consecuencias del desarrollo del centrismo. Más reciente aún es la experiencia
del ya en plena bancarrota Movimiento Revolucionario Internacionalista. El MRI,
nacido en 1984 con el fin de dotar a los maoístas de una organización
internacional, sufrió en sus propias carnes el peligro del centrismo. En esos momentos,
el desarrollo de la Guerra Popular en Perú sirvió como palanca para la fragua
en su interior de una línea revolucionaria. No obstante, fundamentalmente a
partir de los trágicos sucesos de principios de los años 90 que pusieron fin a
la guerra civil revolucionaria del PCP, se fue desarrollando en el seno del MRI
la línea centrista que acabó liquidándolo. Así pues, fue en el PCR, EU de
Avakian, principalmente desde del año 2000, donde se materializó esa corriente
reaccionaria, que al tratar de conciliar con el revisionismo prachandista del
PCNU(m) acabó haciéndole el juego, lo que a la postre significó la liquidación
del MRI, como decimos, a manos del revisionismo centrista.
Con todo
esto no hemos querido sino dejar lo más claro posible que el centrismo, al
igual que el izquierdismo y el derechismo, debe ser combatido sin vacilaciones.
Deslindar campos con esta vertiente es una necesidad política si pretendemos
volver a poner los cimientos ideológicos y políticos que permitan volver a
recomponer el Partido de Nuevo Tipo necesario para la revolucionarización del
mundo. El mismo Lenin nos recordaba incesantemente la lucha sin cuartel que
llevaron los marxistas revolucionarios contra el “centro” desde la Komintern:
“La
consigna del I y del II congresos fue: "¡Abajo los centristas!" Si no
rompemos en toda la línea y en todo el mundo con los centristas y
semicentristas, que en Rusia llamamos mencheviques, no podemos aprender ni
siquiera el abecé del comunismo.” (27)
A nuestros
antiguos camaradas, para dar por concluido este comunicado, les planteamos una
disyuntiva: podéis seguir anatemizándonos con bagatelas y menudencias, animus injuriandi, que en nada
contribuye a la vanguardia, vilipendiando a su vez a otros colectivos del movimiento reconstitucionista de puertas
para adentro; o podéis romper de manera decidida con lo viejo, posicionaros
respecto a la Línea de Reconstitución, y contribuir a la reconstitución
ideológica del comunismo, planteando si consideráis necesario esa “célebre”
crítica hacia la Nueva Orientación que de manera tan reiterada han anunciado
algunos de vuestros camaradas, no olvidando que la tarea que abordamos los
marxistas revolucionarios, los que pretendemos reconstituir el Partido
Comunista, es una labor colectiva.
Nueva
Dirección Revolucionaria
Agosto de 2014
(1) Lenin: la
coherencia de su pensamiento, Georg Lukacs.
(2) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(3) Sobre la formación, documento-réplica de la vieja
camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(4) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(5) Tesis sobre la
desviación de derecha, CC del PCR (2004).
(6) Dichos y hechos,
FRML. http://frml.es/post/84744369664/dichos-y-hechos
(7) Rectificación de
las ideas erróneas en el Partido, Mao Tse-Tung. [Las negritas son nuestras]
(8) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(9) Sobre la
formación, documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra
propuesta.
(10) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(11) Tesis sobre la
desviación de derecha, CC del PCR (2004).
(12) Reformemos
nuestro estudio, Mao Tse-Tung.
(13) Para conocer más sobre esta cuestión recomendamos
textos como: El Partido Comunista del
Perú. Reconstitución y Guerra Popular (Revolución o Barbarie), Línea de construcción de los tres
instrumentos de la revolución (PCP) o la Entrevista al Presidente Gonzalo.
(14) El izquierdismo:
la enfermedad infantil en el comunismo, Lenin. [Las negritas son nuestras]
(15) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(16) Por poner un
ejemplo, este extracto de Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía
clásica alemana de Friedrich Engels:
“Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la
contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario
del espíritu frente a la naturaleza, y por tanto admitían, en última instancia,
una creación del mundo bajo una u otra forma (…), formaban en el campo del
idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo primario, figuran
en las diversas escuelas del materialismo.”
(17) I Tesis de
Feuerbach de Karl Marx:
“El defecto fundamental de todo el materialismo anterior
-incluido el de Feuerbach- es que sólo concibe las cosas, la realidad, la
sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad
sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. (...) Feuerbach
quiere objetos sensoriales, realmente distintos de los objetos conceptuales;
pero tampoco él concibe la propia actividad humana como una actividad objetiva.
(...)”
(18) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(19) Para un magnífico análisis acerca de este tema
recomendamos el texto de los camaradas del MAI: Debate con la UCCP. Alrededor de la ciencia y la praxis revolucionaria.
(20) La ideología
alemana, Karl Marx y Friedrich Engels.
(21) Sobre la praxis,
documento-réplica de la vieja camarilla del FRML a nuestra propuesta.
(22) Discurso en
defensa de la táctica de la Internacional Comunista, 1 de julio (1921),
Lenin.
(23) IV Tesis de Feuerbach,
Karl Marx.
(24) Brevemente sobre
las discrepancias en el seno del Partido, Stalin.
(25) Reconstrucción Comunista:
http://blog.reconstruccioncomunista.org/2014/05/reconstitucion-de-rc-en-castello.html
(26) La Bancarrota de
la II Internacional, Lenin.
(27) Discurso en
defensa de la táctica de la Internacional Comunista, 1 de julio (1921),
Lenin.